martes, 6 de octubre de 2009

Los indeseables

Lectura de Un dios demasiado pequeño, de Juán José Burzi

Entre las distintas formas de representación que asume lo dark y lo gótico, está aquella que propone a los cuerpos como sin vida. Pálido, amoratado, exangüe, o incluso herido, sangrante, con costuras o cicatrices, el cuerpo, en el universo oscuro, es uno de los principales objetos y temas narrativos. Los cuentos de Un dios demasiado pequeño, de Juan José Burzi pertenecen a dicho universo. Ya de entrada, con el relato Mil ojos, Burzi se adueña de esa zona e introduce una insistencia. La heroína de Mil ojos se enseña desnuda, fingiéndose muerta, en vitrinas interiores de un bar nocturno, para los ojos de aquellas personas “adineradas que no se conformaban con tener un vicio igual al de una persona común y corriente”. Crítica velada a la pornografía insulsa y ordinaria que propagan los “medios”, en Mil ojos también se presenta un objeto que será escrito por Burzi en el resto de sus cuentos: la inutilidad. Burzi escribe la inutilidad, escribe su devenir y sus efectos. A causa de la inutilidad, los cuerpos sirven no como portadores de sujetos sino como lugares saturados de goce. No es casual esta mirada. En la era de la producción pormenorizada, de los servicios, virtuales o no, pero siempre especializados, los personajes de Burzi, un tanto indeseables, no tienen otro rumbo que el de consumirse, lenta o precipitadamente, un poco como en aquel cuento, Sobreviviente, del libro La expedición de S. King (libro que de seguro Burzi -lo conozco- leyó hace muchos años con avidez).
Con una muy menguada, y a veces nula, fuerza de trabajo, los cuerpos de Burzi carecen de algún deseo subjetivo que los ampare. Algo de eso puede oírse en Cuando las rosas caen, cuando el narrador escribe “Sus cuerpos, heridos y rotos irremediablemente, quedaron tirados a la intemperie”. Los cuerpos, en la ciudad que Burzi delimita sin nombrar, se amontonan como se amontonan los desechos en los basurales. Mil ojos y Cuando las rosas caen forman la parte I del libro.
En la parte II, desde el comienzo de Reyna, Burzi subraya la misma insistencia: “El Hospicio San Camilo era un depósito de seres no deseados por sus familias”. En ese “depósito”, en ese trabajo del todo alienante, un poco en las afueras del mundo, trabaja como enfermero Pablo Ferrer, Ferrer se enamora de Reyna, una criatura enferma y abandonada, pasiva e inexpresiva, menos semejante a una mujer que a la cucaracha que el propio Ferrer -en una escena inolvidable- mutila, escrupulosamente, en sus ratos de ocio. (La escena del martirio de la cucaracha es una escena de valor e interés literario pleno. Desde Kafka para acá, no hay cucaracha inocente, no hay insecto que quede a salvo de aquella referencia; que Burzi le haga hacer eso a su personaje, es, probablemente, de todos los que ocurren, el crimen que más interesa en el libro).
Toda insistencia en literatura, parece reclamar una saga. Reyna, inaugura la saga de los Ferrer que se completa con los relatos Un dios demasiado pequeño y Una tarde soleada y fría.
Los últimos dos cuentos, que conforman la parte III del libro, Como gotas de polen y Un acto privado también giran en torno a la misma cárcel: el goce imperativo del cuerpo y sus rituales. En Como gotas de polen, Burzi pone a su protagonista, Virginia, una chica anoréxica sin retorno, frente al espejo, y para no evadirse del unánime punto de vista del libro, no ve mas que “un cuerpo reducido al límite de lo esencial”. En Un acto privado, cuento que cierra el libro, Burzi completa su pintura de la degradación al ubicar, al sesgo, el plano político. Porque Victor, el padre de familia que se retira a su altillo a masturbarse, erotizado por imágenes y recuerdos banales del fhürer, es un funcionario menor de algún ministerio menor argentino, que se queja, obtuso, embrutecido, porque “cada vez que había un acto, tenía que hablar con la prensa y responder las preguntas de siempre”. Si fuera por el último cuento, Burzi parecería reducir el valor de la política al valor en que la reduce nuestra clase media cuando pide (o pidió), también obtusa e ignorante, “que se vayan todos” (sin incluirse en ese todos). Pero en verdad, nunca más que en este libro, se puede detectar eso que con claridad, prefiguró el Marqués de Sade, retomó Bataille, y enseñó y esclareció, con precisa erudición Michel Foucault: que la política es la verdadera fuerza que opera siempre sobre los cuerpos (y por lo tanto influye sobre el sexo y el erotismo).
Con respecto al estilo de la escritura, hay dos líneas implícitas que se pueden distinguir; por un lado, hay un realismo gótico y a veces un realismo negro en estos cuentos. Y hay autores que se inscriben más cerca de una u otra zona narrativa. En lo gótico se oye, sobre todo, a Poe -Burzi es un especialista en la obra de Poe- pero también a sus principales y más inmediatos difusores entre nosotros; Julio Cortazar y Abelardo Castillo. Y en la tradición realista, Faulkner, Onetti, Rivera, son visibles fuentes de inspiración.
Burzi escribe a dios con minúscula. Pascal decía: El hombre sin Dios pierde la gracia. Y no hablaba exactamente del joven de barba que pintó El Greco. Es probable que Pascal siga teniendo razón. El hombre sin Dios pierde la gracia. Tantos siglos después, Juan José Burzi parece escribir detallada y oscuramente acerca de esos hombres.

Un dios demasiado pequeño -Colección Sólo cuentos- Edulp 2009

jueves, 1 de octubre de 2009

Martes 6 de octubre Alejandría

Leen: José María Brindisi, Marina Arias, Sasa Guadalupe, Marcelo Guerrieri, Julián Mur.
Bar Los porteñitos, Salta 135, 21hs.
Los espero!
S

miércoles, 30 de septiembre de 2009

Ella salta la espuma de las olas

Anoche se presentó el poemario de Verónica Yattah, editado por Ediciones Del Dock. En la tapa hay una nena múltiple en el agua, a la que no se le puede calcular con certeza la edad, puede tener 7, 11 y hasta 20 años. O más. Esa fragmentación femenina se escribe en el libro: está la mujer enamorada, la mujer sola, la abuela, la mujer infeliz, la mujer fertil, la mujer ilusa, la mujer bruja, la mujer rebelde, la hija, etc..Están varias mujeres pero una misma voz, la voz que escribe:

El día se vuelve espuma
a la noche, en la habitación.
Merman pies sucios
como la ciudad.
Giro alrededor de un campo amarillo,
de cuatro paredes
pero mío,
y los pies flotan como bailando en el aire.

viernes, 29 de mayo de 2009

jueves, 14 de mayo de 2009

Mi novela breve "No basta que mires, no basta que creas" ya está en las librerías.

Menos en lss cadenas (Cúspide o Yenny), en el resto de las librerías de Buenos Aires la encuentran seguro. Si no, en Alejandría, todos los primeros martes de cada mes.
Gracias!
Ah! También van a encontrar la coleeción de Sólo cuentos (Juanjo Burzi, Porcelli, Vinci, Arias) editada por la Edulp